Las mujeres de la comunidad dirigieron ejercicios de transferencia de conocimientos en grupo, centrados en la adecuación del lugar y el terreno, la preparación y recuperación del suelo, el cuidado de las plantas, la gestión del jardín, los ungüentos medicinales y las técnicas de reforestación. El Laboratorio de Intervención Urbana (LIUR) también participó en la iniciativa, aportando un enfoque interdisciplinario y colaborativo. La acción final en el lugar aún no se ha llevado a cabo, ya que la propagación del COVID-19 ha supuesto un confinamiento obligatorio. No obstante, los miembros de la comunidad han participado en talleres en línea, así como en actividades de siembra en sus propios huertos domésticos. A pesar de las adversidades, la iniciativa ha logrado “sembrar” una comunidad multigeneracional de jardineros ansiosos y dispuestos a construir el huerto en cuanto las restricciones disminuyan. La lección principal hasta ahora es la de la humildad: hemos aprendido que las mujeres líderes tienen habilidades extraordinarias y son mucho mejores que los académicos para unir a una comunidad, encontrar soluciones y adaptarse a circunstancias difíciles.
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